En el Colegio Juan Pablo II de Parla entendemos la evaluación no como un fin en sí mismo, sino como una herramienta al servicio del aprendizaje. Por eso, desde hace años incorporamos sistemáticamente las pruebas orales previas a los exámenes escritos en muchas materias a nuestros alumnos de secundaria. ¿Por qué lo hacemos? ¿Qué sentido tiene? ¿Cómo repercute en la formación integral del alumno? Hoy te lo explicamos.

 

1. Más allá de la memoria: desarrollar la competencia comunicativa

Saber no es solamente memorizar conceptos, sino también comprenderlos y expresarlos con claridad. Vivimos en una sociedad donde comunicar bien es clave: en una entrevista de trabajo, en una reunión, defendiendo un proyecto, participando en un debate… Nuestros alumnos deben ser capaces de pensar con orden, hablar con claridad y argumentar con sentido.

Por eso, el examen oral no es un simple “trámite”, sino un ejercicio que entrena una de las habilidades más demandadas hoy en día: la capacidad de comunicar con seguridad y rigor.

 

2. La oratoria como entrenamiento del pensamiento

El lenguaje no sólo comunica el pensamiento: lo estructura. Al exponer a los alumnos a una situación en la que deben explicar lo que saben con sus propias palabras, les ayudamos a dar forma a sus ideas, a profundizar en lo que han aprendido y a reforzar su comprensión. A menudo, un estudiante cree que ha comprendido un tema, hasta el momento en el que intenta explicarlo y se da cuenta de que aún hay lagunas.

El examen oral permite que el profesor detecte esas carencias a tiempo, antes de que llegue el examen escrito, y que el propio alumno tome conciencia de lo que aún necesita trabajar.

 

3. Una evaluación más personalizada, humana y justa

La evaluación oral permite al docente ver más allá de la nota: observar el esfuerzo, el proceso, la evolución del alumno. Hay estudiantes que, por diversos motivos, se bloquean al escribir o no logran reflejar por completo sus conocimientos. El examen oral permite una visión más integral de sus capacidades, a la vez que facilita el desarrollo equilibrado de todas ellas.

Además, en un entorno oral, el profesor puede preguntar, “repreguntar”, matizar, ajustar el nivel… En definitiva, acompañar mejor el proceso de evaluación. y sacar conclusiones más certeras sobre la situación de cada alumno.

 

4. Preparándolos para el futuro

En nuestro colegio educamos no sólo para sacar buenas notas, sino para la vida real. Y la vida real está llena de entrevistas, presentaciones, exposiciones orales, exámenes de idiomas con parte oral (como los exámenes oficiales Oxford English Test), defensas de TFG o TFM, incluso comparecencias públicas. Entonces, ¿no tiene sentido que nuestros alumnos se preparen para estas situaciones desde hoy mismo?

 

5. Una pedagogía que integra la cabeza, la voz y el corazón

Finalmente, creemos que la evaluación debe ser también una ocasión para que el alumno se exprese con confianza, se escuche a sí mismo y sea escuchado. No se trata solo de responder, sino de hacerlo con sentido, de poner en juego lo aprendido, de implicarse.

Porque educar es, en el fondo, ayudar a que cada alumno sepa estar, sepa expresarse y sepa manejarse en una abanico muy amplio de situaciones. ¡Porque educamos para la vida, por eso hacemos exámenes orales!