El pasado miércoles 14 de febrero, Miércoles de Ceniza, fue el inicio de la Cuaresma. Un tiempo en el que la iglesia nos invita a reflexionar sobre nuestras vidas y preparar nuestros corazones para poder dar la mejor versión de nosotros hacia nuestro prójimo. Así con el corazón arrepentido y limpio, poder estar preparados para los grandes acontecimientos que la liturgia nos irá marcando, la Semana Santa y la gran fiesta de la Pascua de Resurrección.

Debemos aprovecharla para realizar una revisión general y volver a recentrar nuestras vidas, teniendo como eje principal a Dios.

La gran victoria es la vida que resurge renovada tras la ofrenda de uno mismo. “Señor, danos el valor de tomar cada día nuestra cruz y seguirte.”

Como dice nuestro amado Papa Francisco, debemos luchar contra la plaga de “corazones fríos”. Debemos, con nuestros actos, darle calor a esos corazones para que vuelvan al camino del Señor.

Es una maravilla que este año el inicio de esta época tan especial, se inicie con el patrón de los enamorados: Valentín, uno de los tres santos mártires que vivieron en Roma.

Es la señal perfecta. Todos debemos repartir amor en cada una de nuestras acciones. Combatir al enemigo, “los corazones fríos”, con ayuno, oración y limosna. Como dice en su mensaje el Papa Francisco I, son esos los tres elementos más poderosos para combatir y vencer al enemigo. Para hacer frente a esos corazones llenos de maldad y que han enfriado a la mayoría. Así reza el Evangelio de Mateo: “Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría” (24,12).

Sin embargo, y volviendo al discurso de su santidad el Papa, con nuestras armas, nuestras acciones, tenemos el deber de combatir a esos falsos profetas que con sus promesas terminarán engañando a las personas de buen corazón, apagando la fuente del Evangelio: la caridad.

En nuestro centro, hicimos distintos actos para sembrar en los corazones de nuestros amados niños y niñas la semilla de la caridad y del amor al Señor.

Para comenzar, los alumnos de primaria y secundaria, recibieron la imposición de la ceniza en la parroquia de San Sebastián, mientras que los más pequeños han visitado la capilla del colegio y se han lavado los ojos como signo de purificación y tener una nueva visión para distinguir el bien del mal.

Desde aquí, comenzó nuestro camino para ver con más claridad lo que nuestro Padre espera de nosotros, así como hizo Jesús en su retiro al desierto.

Vamos a intentar vivir la Pascua haciendo que nuestros pensamientos, deseos y actitudes estén más en sintonía con el evangelio, y con mayor decisión en el seguimiento de Cristo.

Jesús sube a Jerusalén, donde será detenido y muerto. Nosotros nos acercamos a él con fe, porque él nos ha abierto los ojos y nos ha descubierto que en él está el camino de la vida y de la felicidad. Por eso queremos seguirle. Ahora le acompañaremos y reviviremos con él estos días santos de su pasión y de su muerte, para poder compartir la alegría de su resurrección.

Seremos testigos, en medio de este mundo nuestro tan dolorido, de todo lo que él significa para nosotros, del camino que nos abre, de u amr inagotable, de su amor que llega a todos y con nuestra forma de vivir, daremos a todos nuestros hermanos y hermanas, a los cercanos y a los lejanos, todo el amor que somos capaces.

Dentro del ideario que rige nuestro colegio y con el fin de intentar que nuestros alumnos capten el sentido religioso y tradicional en la que está impregnada la Semana Santa, el pasado 23 de marzo, viernes de Dolores, nuestros niños de infantil y primer ciclo de primaria, volvieron realizar la estación de penitencia.

Este fue el cuarto año consecutivo con destino a la parroquia de San Sebastián donde realizamos una oración junto a toda la comunidad educativa. Aprovechamos para dar testimonio de fe y religiosidad a nuestro paso por las céntricas calles de nuestro pueblo.

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